En vista de
la alarmante cifra de divorcios que cada vez se va incrementando por no
entender lo que significa el matrimonio antes de asumirlo, así como las malas
decisiones que se toman antes y durante el matrimonio, entre otros, he sido
motivado a realizar este estudio bíblico.
Las estadísticas nos muestran por ejemplo que en Estados Unidos de
América la tasa de divorcio es del 53%, es decir, de diez matrimonios, cinco se
divorcian. En América Latina la tasa es más baja, pero no deja de ser
alarmante. ¿Acaso no conoces a alguien de tu familia que no se haya divorciado?
Lo más probable que la respuesta sea un sí. Siempre un divorcio deja una estela
de dolor, sea propia y/o de terceros.
Voy a empezar eximiendo a Dios de la responsabilidad de escoger al
cónyuge; porque muchas personas creen que es Dios quien escoge a nuestro
cónyuge, y no es así. Somos nosotros mismos quienes escogemos a nuestro cónyuge,
y por tanto, esa responsabilidad es totalmente nuestra.
En muchas
oportunidades he escuchado y leído: “Dios escogió a mi maravillosa (o) esposa(o)”,
y por ello le dan gracias. Lo dramático es cuando el cónyuge es totalmente
diferente de lo que pensó, de manera negativa, y piensan que Dios se lo escogió
por algo, sentenciando que se lo merecían, porque saben que Dios nunca se
equivoca. De cierto Él no se equivoca; pero no es Él quien escoge al cónyuge.
Para saber
la verdad de todo esto, tenemos necesariamente que ir a la Verdad, es decir a
Dios, y todas las respuestas siempre las vamos a encontrar en la Biblia; porque
es Palabra de Dios.
Iniciaré el
estudio con la primera pareja de esposos que existió: Adán y Eva (Génesis
1:27); y esto porque muchas personas dicen que Adán no tuvo la oportunidad de
escoger a otra mujer que no sea Eva, y por tanto, fue impuesta por Dios.
Después de estudiar el caso de esta pareja, veremos con un par de pasajes, como
la Biblia demuestra que Dios no escoge
al cónyuge.
Adán fue
creado del polvo de la tierra por Dios (Génesis 2:7) y Eva fue creada de una
costilla de Adán mientras éste dormía por acción de Dios, y que luego se la
presentó a Adán (Génesis 2:21-22)
Tomen nota
que la creación de los dos son distintas: Adán del polvo de la tierra y Eva de
una costilla de Adán. Si Eva hubiese sido creada por Dios también del polvo de
la tierra, entonces no sería parte de Adán y sería tan solo una creación
similar a la de él.
Dios no
creó una mujer para él, más bien Dios creó a
la mujer de él. Dios creó a su
esposa, porque vino de él. Esto era el inicio de todo y la opción de escoger de
parte de Adán era inconcebible, ni siquiera estaba en su mente por la sencilla
razón que nunca vio antes a otra persona.
Cuando Dios
le presentó a Eva, La respuesta de Adán no fue: “no me gusta; cámbiamela; la quiero con las piernas más delgadas”.
No, él no dijo eso, lo que exclamó fue: «Ésta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Se
llamará “mujer” porque del hombre fue sacada.»
Génesis 2:23. Él reconoció que ella era parte de él. La palabra hombre y mujer
en hebreo que es el idioma original de este texto son muy parecidas y suenan
casi idénticas. Lo que Adán quiso decir tan sólo es que ambos eran parecidos
pero no idénticos, y esto porque ambos estaban desnudos y la diferencia era muy
evidente.
Ese fue el
primer matrimonio celebrado por Dios, y por tanto, fue la primera institución
de la humanidad, y todas las culturas de todos los tiempos pueden afirmarlo, al
entender que sin la familia no hay existencia. Te has preguntado: ¿cómo sería
el mundo sin matrimonio, donde los hombres hacen hijos y las mujeres haciéndose
de hijos, y todo sin ningún tipo de responsabilidad? La respuesta es
definitivamente aterradora. Es por eso que Dios inicia la historia de la humanidad
con una pareja de esposos.
Cuando Adán
terminó su exclamación, Dios dijo: “Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y
los dos se funden en un solo ser.” Génesis 2:24. Observa, Dios empieza
usando la conjunción copulativa “por eso”; lo cual significa que las razones
que iba a decir eran en base a lo expresado por Adán. Parafraseando este
versículo diría: “Ya que el primer
matrimonio reconoce a su cónyuge como parte suya; entonces mi voluntad es que
así sea en todos los matrimonios; y por tanto, cada nuevo matrimonio formarán
una nueva familia y cada cónyuge ya no
pensará ni actuará como soltero, sino que pensará y actuará en función de su
cónyuge.”
El inicio
de esta primera pareja es muy profundo en lo que respecta a su importancia y lo
que debe ser un matrimonio. Para Dios un matrimonio es la unión de un hombre y
una mujer, y es sagrado y puro. Fue instituido antes de que se cometiera el
primer pecado de la humanidad, con el cual trajo la maldición para todo el
planeta incluido la raza humana, y por ende la separación de Dios.
Pasado un tiempo, Adán le reclama a Dios diciéndole: “…La mujer que me diste por compañera me dio
de ese fruto, y yo lo comí.” Génesis 3:12. Adán dijo esto cuando Dios le
preguntó si había comido del fruto prohibido (primer pecado de la humanidad).
Si Adán le reclama a Dios es porque ya había dejado de ser puro, ya estaba con pecado, y por eso no acepta su
responsabilidad del matrimonio; muy típico de echarle la culpa al
cónyuge cuando sucede algo, negando implícitamente sus propias palabras: “Ésta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne…” Génesis 2:23.
Después de ese primer matrimonio, Dios ya no creó a los siguientes seres
humanos ni del polvo de la tierra, ni de costillas, sino vinieron como producto
de las relaciones sexuales que tuvieron Adán y Eva, que de hecho fue el primer
mandamiento que Dios les dio. En Génesis 1:28 dice: “…Sean fructíferos y
multiplíquense…” En otras palabras Dios les dijo: “muchachos tengan sexo para que puedan tener hijos;” y la verdad es
que éste ha sido el único mandamiento que ha cumplido la humanidad hasta ahora,
y lo han hecho al pie de la letra y con mucho placer.
En esta primera parte, queda demostrado que Dios no le impuso a Eva como
mujer a Adán, sino tan solo hizo la esposa de Adán; ni Adán tenía como escoger,
tan solo la reconoció como su esposa. La humanidad estaba empezando.
Después de esta primera pareja de esposos; la pregunta podría seguir
existiendo: ¿Es Dios quien escoge a nuestros cónyuges? No, Dios no escoge a
nuestros cónyuges, sino somos nosotros mismos que los escogemos. Si Dios
escogiera a nuestros esposas o esposas, entonces Dios no sería amor. El amor da
a escoger, no lo impone. Lo único en que Dios nos escoge y nosotros a Él es en
la salvación, el cuál será tratado en otro estudio que haré posteriormente.
En ninguna parte de la Biblia menciona que Dios escoge a nuestros
cónyuges, sino más bien enseña lo contrario, y queda demostrado con este par de
pasajes del Antiguo y Nuevo Testamento:
Nehemías 13:27, “¿Será que también
de ustedes se dirá que cometieron el gran pecado de ofender a nuestro Dios
casándose con mujeres extranjeras?” Nehemías les hace ver al pueblo del
gran pecado que habían cometido al casarse con mujeres que no eran del propio
pueblo judío. Si Dios escogiera al cónyuge entonces no tendría porque
ofenderse.
2 Corintios 6:14, “No formen yunta con los incrédulos.” ¿Qué tienen
en común la justicia y la maldad? ¿O qué comunión puede tener la luz con la
oscuridad? El
apóstol Pablo les escribió a los corintios advirtiéndoles que no se unan en
matrimonio con personas que no sean cristianas. Si Dios escogiera al cónyuge,
entonces no tuvo que haber escrito esto.
La decisión
de escoger al cónyuge es totalmente nuestra y no de Dios. No debemos de
confundir la omnisciencia de Dios con la libre voluntad del hombre dada por el
amor de Dios. Él sabe perfectamente con quien nos vamos a casar antes que
existiéramos, así como todas las decisiones que hemos tomado y que tomaremos.
La responsabilidad de escoger siempre será nuestra y nunca de Dios, porque el
amor no impone, sino da a escoger.
Ahora, si nosotros escogemos a quien va ser nuestro cónyuge, ¿cómo
sabemos si escogeremos bien? ¿Da igual a quién escojamos? El escoger al cónyuge
es una decisión extremadamente importante
en la vida de una persona, porque vas a pasar el resto de su vida con esa
persona, hasta que alguno de los dos muera.
Desafortunadamente la gran mayoría se casan porque creen que van a ser
felices con esa persona; pero, una vez casados se dan cuenta de que no eran
como habían deseado o se imaginaban; y esto porque piensan que la mera
atracción y la pasión es la única condición para casarse; pero no lo es. Es
necesario conocer lo que Dios nos dice en su palabra, y solo así escogeremos
bien. No vale la pena jugar a los dados o deshojar margaritas para ver quién va
ser tu compañero(a) por el resto de tu vida.
Por tanto, toma nota de las siguientes recomendaciones:
1. No te desesperes si no encuentras aún a esa persona. Deja que sucedan
las cosas. Forzar las relaciones siempre lleva a tomar malas decisiones. La
Biblia dice: “La sabiduría del prudente
es discernir sus caminos, pero al necio lo engaña su propia necedad.” Proverbios 14:8. En
algún momento vas a conocer a una persona que te guste, y ella a ti.
2. Lo que te debe atraer debe ser algo de su propia persona, como sus
ojos, su cabellera, su manera de hablar, su intelecto, etc.; pero nunca debe
ser algo externo a su persona, como el apellido, su dinero, algún interés, alguna
condición, etc. Debes saber que lo te guste de esa persona será el fundamento
de por vida de tu relación. Por ejemplo, si te atrajo su mirada y el color de
sus ojos; eso no significa que no te gustará cuando llegue a viejo(a) y se
quede ciego(a), porque al final de cuentas te fijaste en su persona y con el
tiempo el amor se acrecentará. Pero, si te fijas en algo externo, como el
dinero, y si éste desaparece, como muchas veces sucede, entonces ya no te
gustará, porque nunca te fijaste en su persona. La Biblia pone un gran énfasis
en la atracción física como base de dos personas que se aman y no en intereses.
En el libro Cantar de los Cantares, observa lo que dice “el amado”: “¡Cuán bella eres, amada mía! ¡Cuán bella eres! ¡Tus ojos son dos palomas!” 1:15.
3. Si eres hombre y alguien te gusta, y sabes que eres correspondido,
entonces dile a ella que te gustaría frecuentarla porque tus intenciones son serias,
y que te gustaría pasar el resto de tu vida con ella. Esto debes decírselo. De
pronto esto te suena muy extraño; pero es importante por las siguientes
razones:
a. Ella se dará cuenta que eres una persona honesta y que le atraes enormemente.
El hombre siempre tiene la iniciativa, y no por cultura sino por naturaleza.
Recuerda que primero fue Adán y luego Eva. Sin embargo, hay algunos casos
excepcionales en que la mujer ha tomado la iniciativa por la timidez del
hombre.
b. Se sentirá muy halagada de saber que tu intención es seria, y por
tanto, entenderá que no le harás perder su tiempo, ni que la usarás para
divertirte con ella.
c. De la misma manera, sabrás por su respuesta, si ella tiene también
intenciones serias contigo. Es una garantía para los dos.
d. El manifestar la seriedad de la intención no significa que es un
compromiso para casarse. Lo que significa es que hacia allá apuntan, y si no
funcionara por muchas cosas que a veces suceden, entonces cada uno es libre de
continuar con su vida. Por lo general, cuando empiezan con la atracción mutua y
manifiestan la seriedad de la intención, el enamoramiento se hace más fuerte y
terminan casándose.
e. La relación será más profunda y con más significado, porque cada vez
que piensen y se relacionen, será como
los futuros esposos. En cambio, es muy distinta la relación cuando se le deja
“al tiempo y al ver que pasa”, porque no hay intención, y cuando no la hay, no
hay profundidad, y al no haberla no se dan a conocer como debieran; para que al
final sucedan dos cosas: Perdieron el tiempo, o se casaron con la persona que
no debieron.
4. Si eres mujer, pregúntale cuál es su intención. La única manera en
que puedan empezar a frecuentarse será cuando la intención de él sea la del
matrimonio. Si no lo es, entonces te va hacer perder tu tiempo, o de pronto
querrá divertirse tan solo contigo y nunca la relación tendrá la seriedad y la
profundidad que requiere. Tú no querrás perder tu tiempo y luego quedarte sola;
o casarte con la persona equivocada por haber salido embarazada, o ser una
madre soltera. ¿Verdad que no?
5. La mejor forma de empezar a relacionarse es que empiecen a conocer a
la familia de la otra persona, y manifestar ante los padres y hermanos cuál es
la intención de ambos, sin importar la edad de la pareja. Hacer esto es de suma
importancia por los siguientes motivos:
a. Demuestra la intención seria de la persona. Normalmente quien no es
serio no quiere entrar a la casa de sus padres, ni presentarla(o) a los suyos.
b. Al conocer a su familia conocerás su cultura, educación, valores,
filosofía de vida, etc. Esto es importante porque en ese ambiente se ha criado
la persona que podría ser tu cónyuge. Mucha gente dice que se casan con él o
ella, pero no con su familia. Teóricamente es verdad, pero de alguna manera
habrá una influencia de su familia en tu matrimonio, a menos que se vayan a
otro país a vivir cuando se casen.
c. De primera mano sabrás si eres aceptado o no. Muchas veces cuando son
menores de edad los padres prefieren que su hija(a) no tengan ese compromiso.
En ese caso, tendrán que esperar. Dios dice que el amor es paciente (1
Corintios 13:4); y también dice que debemos obedecer a los padres cuando buscan
nuestro bien: “…obedezcan en el Señor a
sus padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre —que es el
primer mandamiento con promesa— para que te vaya bien…” Efesios
6:1-3
6. Como se atraen mutuamente, es probable que sean tentados en tener
relaciones sexuales. No existe la tal prueba de amor. La verdadera prueba del
amor es abstenerse hasta que sean esposos. Eviten a toda costa estar solos en
lugares cerrados. Tú, mujer, ten mucho en cuenta esto, porque podrías salir
perjudicada. Tú hombre, respétala. La Biblia dice: “¿No saben que los malvados no
heredarán el reino de Dios? ¡No se dejen engañar! Ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los
adúlteros, ni los sodomitas, ni los pervertidos sexuales.” 1 Corintios 6:9. Fornicar es el acto
sexual sin estar casados, y Dios odia eso; porque el amor conyugal se expresa
con el sexo; pero el sexo en sí no expresa amor. La Biblia dice: “que cada uno
aprenda a controlar su propio cuerpo de una manera santa y honrosa,
sin dejarse llevar por los malos deseos como hacen los paganos, que no conocen
a Dios; y que nadie perjudique a su hermano ni se aproveche de él en este
asunto. El Señor castiga todo esto, como ya les hemos dicho y advertido. Dios
no nos llamó a la impureza sino a la santidad; por tanto, el que rechaza estas
instrucciones no rechaza a un hombre sino a Dios, quien les da a ustedes su
Espíritu Santo.” 1 Tesalonicenses 4:4-8.}
7. Deben conocerse bien, y esto toma algún tiempo. Contra más parecidos
sean, muchísimo mejor; tanto en carácter, personalidad, nivel social, educación,
gustos, perspectivas, valores y metas; porque cuando hay diferencias por lo
general aparecen las peleas; y cuando no son cristianos podría originarse hasta
en una separación y divorcio. Sin embargo, ten presente que nunca encontrarás a
alguien exacto como tú.
8. En el transcurso de su relación deben observar cómo responde a las
circunstancias que se presenten. Por ejemplo: el trato que le da a su familia,
a los niños, a los pobres, si se contradice de lo que te dice con lo que hace,
etc. Estos detalles son importantes, porque estarás viendo cómo sería tu vida
en el futuro con esa persona. Si ves algo que no es acorde a tus expectativas
ni a tu manera de ser, pregúntale por
qué lo hizo o lo dijo. No permitas que el romanticismo te ciegue.
9. Después que pase un tiempo de haberse conocido; ahora responde con
sinceridad a las siguientes preguntas:
a. ¿Tiene apuro por casarse para ya tener relaciones sexuales?
b. ¿Tiene una mala actitud contigo?
c. ¿Te cela o sospecha sin justificación?
d. ¿Se siente superior a ti?
e. ¿Te ha maltratado verbalmente o físicamente?
f. ¿Le gusta salirse con la suya siempre?
g. ¿Se irrita frecuentemente contigo?
h. ¿Ha guardado rencor contigo por algo que pudiste haber dicho o hecho?
i. ¿Consideras que es una persona injusta por todo lo que le conoces?
j. ¿Te ha sido infiel mientras estuviste relacionada con él o ella?
k. ¿Alguna vez no te ha querido defender cuando tú esperabas que lo
hiciera?
Las respuestas a esas preguntas la da Dios. Fíjate lo que dice 1
Corintios 13:4-7 (BAD):
“El amor es paciente, es benigno; el
amor no es celoso ni envidioso; el amor no es presumido ni orgulloso; no es
arrogante ni egoísta ni grosero; no trata de salirse siempre con la suya; no es
irritable ni quisquilloso; no guarda rencor; no le gusta las injusticias y se
regocija cuando triunfa la verdad. El que ama es fiel a ese amor, cuéstele lo
que le cueste; siempre confía en la persona amada; espera de ella lo mejor y la
defiende con firmeza.”
Si todas las respuestas fueron negativas; entonces esa persona te ama.
Si hay una respuesta afirmativa, entonces te recomiendo que no te cases, porque
así será su comportamiento de casado. Recuerda que desde el principio ambos
sabían que la intención era casarse y no dejarlo “al tiempo y al a ver qué
pasa;” y por lo tanto sabía que te estaba tratando como tu esposa(o).
10. Después que se atrajeron mutuamente, manifestaron la intención seria
de ambos, conociste a su familia, se respetaron, se conocieron bien y después
de todo saben que se aman el uno al otro; falta un gran detalle, y que lo más
probable que haya aparecido al inicio o en el transcurso de la relación, y es
ESTAR AMBOS ENAMORADOS. Para casarse tienen que estar enamorados, y esto es:
a. Pensar en él o ella en todo momento.
b. Nunca compararla(o) con nadie. Él o ella es única para ti.
c. Nada te puede disgustar de su físico, así ella se esté quedando calva,
o a él se le esté cayendo los dientes.
d. No ves la hora de abrazarla(o) y besarla(o) cuando la(o) veas.
e. Te encanta estar siempre juntos. El tiempo se va rápido cuando están
juntos.
f. Cada vez que se ven hablan mucho. El estar enamorados es hablar o
escribirse mucho.
g. Nunca te avergonzaría en presentársela(o) a alguien.
h. Te gustaría gritar a todo pulmón que la(o) amas.
El enamoramiento también se le considera amor, pero es un amor netamente
sentimental, el cual es diferente al amor que vimos en el punto número nueve,
que es un amor netamente de obras.
El enamoramiento ha sido desafortunadamente despreciado por algunos
pastores, como algo tonto y trivial; y dicen que el único amor que cuenta es el
de obras; con lo cual han creado confusión y sentimiento de culpa en muchos
casos. Por mucho tiempo creí que eso era así, pero después de estudiar bien las
Escrituras, como lo hicieron los creyentes de Berea (Hechos 17:11), me di
cuenta que ambos son bíblicos. Los dos se complementan. Un matrimonio no
funcionaría bien si solo hay obras de amor sin ningún tipo de romanticismo;
como tampoco un matrimonio puramente romántico y sin obras de amor.
La Biblia tiene un libro completo al amor sentimental, que es el Cantar
de los Cantares, el cual celebra el amor sexual entre una pareja de esposos. En
el libro no hay obras de amor, sino evocaciones al ser amado, lo cual es
enamoramiento, amor sentimental. Por ejemplo, observa esta evocación: “…si encuentran a mi
amado, ¡le digan que estoy enferma de
amor!” 5:8. En la Biblia hay historias de
personas que se enamoraron lo cual demuestra que es totalmente humano: Jacob de
Raquel (Génesis 29:18), Sansón de Dalila (Jueces 16:4), Mical de David (1
Samuel 18:20), el rey Asuero de Ester (Ester 2:17).
Tanto el amor de obras como el sentimental son importantes; pero para
casarse ambos necesariamente deben estar enamorados. El estar enamorados es la
cosa más sublime en este mundo que una pueda sentir cuando es recíproco; pero
cuando no lo es, es la cosa más terrible que uno pueda sentir.
¿Por qué uno se enamora de una persona en particular? es un misterio. Hay
mucha tinta derramada sobre el particular, tanto de la parte científica como psicológica,
y hasta ahora no se ponen de acuerdo. En lo particular, creo que nunca se sabrá.
Lo único que sé es que sucede. Definitivamente hay algunas cosas secretas que
solo Dios sabe, y una de ellas es ésta (Deuteronomio 29:29).
Las diez
recomendaciones mencionadas son para todas las personas, incluidas los
cristianos, quienes deberán casarse necesariamente con otro que profesa su misma
fe; porque Dios así lo manda (2 Corintios 6:14). Es muy
peligroso el desobedecerlo, porque podría ser desviada(o) de su fe. Observa lo
que dice la Biblia cuando un creyente es amenazado por su cónyuge no creyente en
abandonarlo por su fe: “Sin embargo, si
el cónyuge no creyente decide separarse, no se lo impidan. En tales
circunstancias, el cónyuge creyente queda sin obligación; Dios nos ha llamado a
vivir en paz.” 1 Corintios 7:15. Así de extremadamente importante es Dios.
Si tú deseas que tu matrimonio sea feliz, y no ser parte de ese 53% que
se divorcia, ni tampoco mantener un matrimonio infeliz como mucha gente lo
hace, necesitas no solo estas recomendaciones, sino algo más importante.
Estas recomendaciones no te garantizan que nunca te vas a divorciar y
que serás feliz siempre; solo es un patrón para saber escoger a la persona que
te va acompañar de por vida; con una buena chance de que el matrimonio se
mantenga en pie; pero tú y tu futuro cónyuge necesitan a Dios; porque sin Él
sus vidas estarán en peligro inminente, ya que el ser humano falla mucho, incluido
los cristianos; pero la diferencia es que ellos tienen el Espíritu de Dios, y
cuando fallan Él se los hace saber, porque mora en el creyente. La Biblia dice:
“En él también ustedes son edificados
juntamente para ser morada de Dios por su Espíritu.” Efesios 2:22.
Las estadísticas muestran que del 100% de divorcios, tan solo el 1% son
cristianos, y justamente son los casos cuando uno no era creyente, o porque los
dos decían serlos cuando no lo eran; porque cuando los dos son realmente, el
divorcio nunca está en sus planes; porque temen a Dios y Él los ayuda.
Jesús, quien es Dios, vino a este mundo a buscar y a salvar lo que se
había perdido (Lucas 19:10), porque los dos primeros esposos que vimos al inicio
de este estudio fallaron, y todo se echó a perder. La Biblia dice: “Por medio de un solo
hombre el pecado entró en el
mundo, y por medio del pecado
entró la muerte; fue así como la muerte pasó a
toda la humanidad, porque todos pecaron.” Romanos 5:12
Dios
desea vivir en ti para no solo ayudarte en esta vida sino para que cuando dejes
de existir en este mundo sigas viviendo junto a Él. Jesús dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida —le
contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí.” Juan 14:6. Sólo a
través de Jesús puedes llegar a Dios; porque Él es perfecto, y si estás en Él, lo
único que Dios Padre verá será la perfección de su Hijo Jesucristo en ti.
Sin Él estás perdido. El ser cristiano no es un tipo de religión, sino más bien
una intima relación con Dios. Lo único que tienes que hacer es arrepentirte de
lo malo que has hecho en tu vida, pedirle perdón a Dios y que gobierne tu vida.
Tan solo pídeselo; pero esta decisión, que es más importante que la decisión de
casarse, es tuya, porque te ama.